No sé de dónde sale y no siempre es físico, pero en ocasiones te vas a encontrar muy cansado. Te va a pesar la vida y no vas a tener ganas de nada. Afecta a nivel físico y mental. Puede aparecer o no, pero, cuando lo hace, te das cuenta. A veces hará que no te apetezca recibir visitas, y seguramente solo te atrevas a decirles que no a aquellos con los que tienes más confianza, mientras recibes sin ganas y con mucho cansancio a quienes te dan bastante más igual. Pero claro, justamente por eso cuesta más decirles que no.
El consejo que debería darte es que, cuando no te apetezca recibir visita, se lo digas bien claro a todo el mundo. La cruda realidad es que soy consciente de que muchas veces te vas a comer visitas que no te apetecen para no generar situaciones incómodas o porque hay gente que, con toda su buena intención, decide que visitarte es cuanto menos obligatorio y lo hace llueva o truene. Y acabarás diciéndoles que no vengan solo a las personas más cercanas.
CONSEJO: El consejo realista: aprovecha a la gente de confianza para pedirle los favores que necesites. «Mira, estoy hecho polvo y recibir visitas me da una pereza del copón, pero me vendría fenomenal si puedes pasarte a hacerme unos papeles de no sé qué, que se me ha caducado el no sé cual». Y a los que no te atrevas a decirles que no vengan, o directamente se presenten en tu casa y no te den ni la opción, en cuanto te sientas cansado, se lo dices. «Mira, lo siento. Sé que has hecho el esfuerzo de venir pero realmente necesito tumbarme porque estoy que me caigo». Y la parte positiva es que, dada tu situación, te harán caso y te dejarán en paz. De cara a estas negativas, es mucho más fácil hacerlo si delegas la tarea de decir que no. Nombra un informante principal (esto lo desarrollo en el siguiente punto) y deja que sea él el encargado de transmitir a la gente si tienes o no el cuerpo para visitas.
Hago aquí un inciso para aclarar un par de cosas.
La primera es que el cansancio del que hablo no se da siempre, ni muchísimo menos. Y lo digo como persona que lleva un montón de años en procesos oncológicos. A veces aparece, pero no tiene porque sucederte a ti, así que, si no te ha pasado, no te comas la cabeza pensando cuándo te llegará porque lo más probable es que simplemente no vaya a aparecer. En cualquier caso, los consejos que he dado los puedes aplicar sin tener un cansancio especial.
La segunda, atañe a pedir favores. Parece obvio, pero prefiero remarcarlo: sé consciente de a quién le pides qué. Me explico: si tu cuñado odia a los niños y trabaja en la Diputación, y tu hermana adora los niños y odia hacer pape-leo, lo lógico es que le pidas a él que te ayude con los papeles y a ella que te ayude con tus hijos. Parece una tontería, pero es importante. Hacerte un favor va a proporcionarles mucha satisfacción, pero si encima ese favor no les cuesta trabajo o incluso lo disfrutan, la interacción va a ser tan satisfactoria para ellos como para ti.